Crecer sumando es un sueño personal que ha estado formado por piezas de puzle que han ido encajando a lo largo de los años. Un camino que empezó hace 23 años cuando decidí estudiar educación social con el objetivo de poner mi granito de arena en la gran montaña de la justicia social y decidí que quería sumar en la parcelita del cuidado a infancia-adolescencia. Hoy en día el puzle tiene forma definida, sigo añadiendo piezas día a día.
Y aquí te preguntarás (o quizá no, ojalá) …pero ¿esto quiere decir que hay maltrato en los contextos donde hay infancia? Pues sí, hay muchísimo maltrato escondido en acciones normalizadas y extendidas en nombre de la educación. Así que si te estás preguntando ¿cuáles? Estoy aquí para visibilizar y transformar. Si no te lo has preguntado porque tienes claro cuáles son, te doy la bienvenida y agradezco que sumes, que me ayudes desde tu parcela, pues granito a granito se hacen las montañas. Y yo quiero que la montaña del buen trato sea cada vez más grande y dejemos de ser la minoría para ser la norma.
Antes de ser madre creía que lo sabía todo sobre las necesidades de la infancia. Me dedicaba a la educación así que vivía en mi burbuja de prepotencia profesional que aplastaba a mi instinto personal dejándolo acorralado. Una de las primeras creencias que se desvaneció al nacer mi hija fue esa de “llevaré a mi hija a la escuela infantil lo antes posible para seguir con mi carrera profesional y que ella también tenga estímulos y aprenda de la vida”.
La creencia se esfumó, pero apareció la consciencia que me llevó a no encajar en parcela profesional, pues se pedía que yo trabajara como si no fuera madre y ya no estaba dispuesta. Este desequilibrio, me empujó a repensar y me llevó a reinventarme profesionalmente. Inicialmente para poder criar como yo quería y más adelante fue y es el sentido de mi vida.
Este proyecto nació también como fruto de mi rebeldía. La rebeldía es una parte de mi carácter que alguna vez me ha hecho meterme en líos por cuestionar y poner en duda casi todo y también me ha aportado crecimiento y aprendizaje. Lo que yo viví como intento de controlar mi proceso de lactancia me impulsó a formarme para tener mi propio criterio personal desde un lugar que cuidara a la infancia (a mi hija en este caso). Necesité evidencia y herramientas para decidir criar como yo quería y que eso no hiciera daño a mi hija. Me formé como asesora de lactancia, algo que me dio argumentos, herramientas, conocimiento y sobre todo confianza en mi instinto y en mí misma. Me hice fuerte. Esta pieza de puzzle me llevó a otra, la formación como madre de día y la creación de mi proyecto para acompañar infancia durante 2 años, luego llegó la pieza de la disciplina positiva, después la neuropsicoeducación y así muchas más. Faltaba hacerlas encajar para que no fueran piezas sueltas sino con una forma bonita.
La conexión con las necesidades de la infancia despertó en mí una consciencia hacia actitudes que había normalizado y que hasta ese momento no reconocía como dañinas no solo en mis relaciones personales o en la relación con la infancia sino también en los contextos educativos. Pensé que seguramente habría miles de situaciones que estaban pasando desapercibidas y que también eran violencia. Empecé un camino de desaprendizaje para ponerles nombre y de aprendizaje para poder transformarlas.
La palabra crecer se refiere al crecimiento físico y, también intelectual, emocional, psicológico y espiritual que tiene lugar durante toda la vida a través de aprendizajes, conocimientos, experiencias… y en el caso de los seres humanos, sobre todo, a través de la relación con otras PERSONAS.
Podemos crecer también cuándo no hay buen trato y por eso añadí la palabra SUMANDO. La infancia puede crecer rota si tiene cerca adultos que no suman.
Las habilidades para relacionarnos con los demás se aprenden, y la consciencia nos puede enseñar a descartar reacciones hirientes, que generen distancia entre las personas. Sólo podemos elegir si conocemos y tenemos la posibilidad de tener alguna alternativa.
Es importante ser conscientes de aquellas acciones que tienen un impacto en los demás y no dejan huella bonita. No tanto para evitarlas, pues a veces no es posible, sino para reconocerlas y poder repararlas. Sumamos también cuándo reparamos el daño que alguna de nuestras acciones (también sin querer) ha dañado.
No vale todo para educar. Por eso, es importante tomar acción, para hacer crecer a la infancia y a las personas con las que nos cruzamos SUMANDO en sus vidas y en sus corazones.
Este proyecto alimenta también la necesidad personal de crecer constantemente en la relación con los demás. Sentirnos comunidad. No podemos ser sin otras personas. En cada formación, en cada acompañamiento, en cada relación con otras personas crezco internamente y mi objetivo es que cada persona crezca un poquito conmigo también.
Os espero para sumar y crecer juntos.