Mi reflexión de hoy pretende poner palabras y darle importancia a la fiesta del día de nacimiento, para que cada familia pueda dar su...
Estos días de verano pasamos mucho más tiempo en familia y van surgiendo planes con amigos, familiares, etc También vamos con menos prisa y miramos menos el reloj ( o no). Sin embargo a pesar de que la expectativa sea ir más despacio podemos llegar a sentirnos abrumadas o tener la sensación de que el día a día nos está sobrepasando. Es en ese momento cuándo sale el rojo de nuestro interior y podemos explotar como una olla a vapor sin vía de escape.
Quiero compartir una reflexión sobre el temperamento que a mí me ayudó en su día a entender esa sensación y adelantarme para intentar dar salida a ese “vapor”. Tiene que ver con las necesidades personales y los temperamentos.
Cada persona nace con un temperamento que a lo largo de la vida va “puliendo” mediante el contexto, el aprendizaje, el trabajo personal, etc y termina formando el carácter, pero la esencia permanece, es biológica y viene de serie. Es relevante saber un poquito (o al menos para mí lo fue en su día) para comprendernos y entender necesidades de nuestra comunidad de convivencia (familia, grupo de amigas, grupo clase, etc).
Contaba hoy a las personas suscritas a mi red cómo el viernes pasado fuimos encadenando planes y cómo lo gestionamos para sentirnos todos en conexión y bienestar.
Cuando pasas mucho tiempo junto a alguien y no te conoces ni le conoces pueden surgir los juicios y las etiquetas que nos pueden llevar a buscar culpables y no soluciones.
Hay en total 9 elementos que forman nuestro temperamento y hoy me voy a centrar en 1 para no hacer eterno este post. Si os interesa puedo profundizar en próximos artículos (pedir y me pongo a ello ;))
Como os decía, ese elemento 1 es el nivel de actividad. Imagínate una escala del 1 al 9. Si tuvieras que marcar tu necesidad de cambiar de actividad, de estar activa, de pasar de una cosa a otra, tu velocidad de pensar en algo nuevo para hacer mientras haces otra cosa, etc ¿qué marcarías? Yo me defino en un 7. Soy bastante activa, me encanta hacer diversas actividades, puedo pasar de una cosa a otra y si alguien me propone una tercera me gusta la idea, no me abruma. ¿Y tú?
Ahora piensa en tu pareja, en tu hijo/a, en cada uno si tienes más de uno, en las personas que forman tu grupo clase. ¿Qué número les pondrías? ¿Coincide con lo que se pondrían ellos/as? Por ejemplo, en mi caso, a mi marido le pondría un 3 (es de pocas actividades y de poco cambio), a mi hija mayor un 9 (le encanta hacer muchas cosas, ritmo rápido, cambia de una actividad a la otra, propone, le cuesta cerrar una cosa antes de empezar otra porque le puede la motivación y el cambio), al mediano un 3 (poco cambio, ritmo lento, se mantiene en una actividad mucho tiempo, antes de elegir otra cosa agota todas las opciones de la que está haciendo, aprovecha hasta el final el tiempo por lo que cuándo vas a salir él todavía está terminando lo anterior, se abruma con la rapidez…etc) y a la pequeña un 6 (le gusta el cambio de actividad, su ritmo es rápido pero se mantiene en una actividad hasta que la termina y cuándo hay muchas propuestas se siente superada).
Y todo esto ¿en qué afecta a la convivencia? lee este ejemplo: si yo tengo un temperamento poco activo, con una necesidad baja en el nivel de actividad y mi hija mayor tiene un 9 con una necesidad de mucha actividad, pueden pasar dos cosas:
- Que después de 30 min yo me sienta sobrecargada con su nivel de actividad. Que esa emoción me impulse a tomar acción y que si no soy consciente me conecte desde el enfado y la explosión. Y explote para PARAR ese ritmo con el que yo no puedo.
- Que después de 30 min yo esté exhausta intentando seguir la actividad de mi hija para complacerla y que mi cerebro esté estresado y por el efecto de la neuronas espejo, mi elevado estrés esté siendo contagiado a mi hija (que ya partía de un 9) por lo que ahora mismo yo estoy al límite y ella está hiperestimulada (se ha salido de la escala) en modo Ferrari en las carreras pero y con unos frenos de seiscientos (los frenos en la infancia son muy prehistóricos). Y el final es …. Tachán explosión para soltar energía descargar, parar y volver a empezar.
Si vuestros niveles de actividad están compensados fenomenal, porque podréis ir encontrando el equilibrio de manera natural. Pero lo normal es que eso no pase con todas las personas (cuánto más numeroso el grupo más posibilidad de que haya niveles de actividad muy dispares). Y cada uno tenga su ritmo y haya que observar y generar equilibrio desde fuera para poder guiar a su equilibrio desde dentro.
¿Qué puede ayudar? Primero ser conscientes y segundo intentar equilibrar esos números y dar herramientas para saber gestionar ese elemento del temperamento de manera constructiva para uno mismo y para las personas que te rodean.
Nivel de actividad alto: necesitan que acompañemos en terminar procesos, antes de empezar finalizar, dar tiempo a lo que estás haciendo, pensar en el final y en el proceso, analizar y gestionar tiempos reales, reducir el ritmo. Poquitas pantallas y cuanto menos azúcar mejor porque ya sabemos que son dos componentes que aceleran.
Nivel de actividad medio-bajo: anticipar cambios, estructurar el día, anticipar actividades y horarios, observar si se están abrumando o sobrepasando y acompañar para buscar opciones antes de la explosión.
Por ejemplo, si mi hija tiene un 9 de actividad y nos proponen 3 planes en una misma tarde ella diría que sí e insistiría en ir a los 3 a la vez incluso. Esto no la ayudaría a encontrar su equilibrio. Acompaño 1 plan, ayudo a cerrar ese, vemos cómo vamos de tiempo y analizamos desde la calma si el siguiente plan lo podemos hacer esa tarde o mejor otro día. Y si yo me acelero mi marido compensa y hacemos equipo, a veces necesito que alguien me acompañe a mí porque es más fácil pasar del 7 al 9 que del 3 al 9, supongo que me entendéis.
Como os decía, yo soy 7 y a veces inconscientemente acelero, me cuesta parar y necesito un freno externo para no acabar todos cuesta abajo. Hace tiempo juzgaba pues veía ese freno como control y no como apoyo. Ahora he aprendido a escuchar y a entender que vamos a velocidades distintas. Ni mejores ni peores, solo distintas. El equilibrio es necesario, no podemos vivir siempre en expansión como no podemos siempre coger inspirar. Se necesita inspirar y expirar para funcionar. Necesitamos actividad y freno para equilibrar. En definitiva, para convivir e ir en el mismo coche es importante poner en común por qué carretera vamos en cada momento e ir equilibrando velocidades y frenos 😉
Para conectar y no juzgar me ayuda mucho repetirme eso de “yo estoy en otro número de la escala” “no es nerviosa, no es hiperactiva, es simplemente de otro temperamento distinto” “no es lento, no está llamando la atención ni quiere llegar tarde, necesita más tiempo”
Espero que os haya servido, os seguiré contando novedades y vivencias por aquí.
Aprovecho y recuerdo que el reto de Celia tejealas ha comenzado, que ayer salió el primer vídeo y hoy saldrá otro. Mi vídeo sobre conexión y verano lo podréis ver el jueves. Si no te has apuntado puedes correr a su web y suscribirte que además sus mails son top10.
Abrazos.