Nace del Proyecto línea de cambio del doctor Carlos A. Logatt Grabner que empezó en 1993 con el objetivo de hacer llegar los conocimientos científicos y neurocientíficos a todas las personas para poder mejorar su calidad de vida. En dicho proyecto se unifican disciplinas como la neurociencia,biología evolutiva, genética conductual, sociología, antropología, medicina preventiva y nutrición entre otras.
La principal función de nuestra pareja mente-cuerpo es la de interpretar los hechos que percibimos a través de los sentidos. Esa interpretación nos lleva a pensar, sentir y actuar de una determinada manera. Si la interpretación es errónea la forma de sentir y actuar también lo será, llevándonos a comportamientos que pueden reducir nuestra calidad de vida o la de las personas que nos rodean. La principal finalidad de la neurosicoeducación es poner a nuestro alcance con lenguaje comprensivo claro y sencillo los conocimientos cientificos necesarios para comprender la conducta y superar esas dificultades llevándonos a interpretar la realidad de una manera no distorsionada.
Las aportaciones de la teoría polivagal de PORGES para crear entornos seguros sabiendo las respuestas internas que se pueden generar en nuestro interior aporta actualización y respuestas para poder crear entornos seguros y dar herramientas para que los adultos podamos acompañar a la regulación desde un lugar seguro.
La convivencia requiere de conexión y seguridad si queremos que sea segura. El péndulo interior de cada persona a veces se mueve hacia la inseguridad y la amenaza, viendo a los demás como algo de lo que necesitan protegerse y dificultando las relaciones humanas desde el buen trato. Conocer el sistema interno, las diferentes señales, las opciones del entorno y ayudar a que cada persona pueda identificarlas y guiar ese péndulo hacia la regulación del sistema nervioso para así crear contextos donde las personas puedan conectar y puedan sentirse seguras para relacionarse desde el buen trato.
Las investigaciones actuales sobre la teoría del apego han dado lugar a modelos de intervención en diferentes contextos que tienen en cuenta ellos elementos para generar relaciones de seguridad que son la clave para cuidar la infancia y para sanar heridas en aquellas personas que no han tenido vínculos seguros en su infancia. Poner esta información de manera accesible y práctica para el día a día no sólo en familias sino en otros contextos como escolar, el sanitario o residencial puede ser esencial para generar un espacio donde las personas no tengan la sensación de necesitar defenderse del otro sino donde las personas partan de una sensación de poder confiar en los demás.
Saber identificar los diferentes patrones y ver las señales de cada uno en la relación con los demás, es clave para poder guiar y acompañar la dinámica de los grupos y de las familias hacia modelos de relación sanos y de buen trato, basados en elementos que nos aporten seguridad y que nos ayuden a ver el mundo como un lugar en el que podemos confiar y podemos dejarnos cuidar.
Ser facilitadora de disciplina positiva de familia y de aula me ha dado herramientas prácticas para trasladar conceptos y hacer vivencial la teoría. Tener la visión de los buenos tratos a la infancia que promueve Jorge Barudy me ha ayudado a unir ambas perspectivas. Unir esta mirada con la convivencia ha sido clave para dar una intervención que esté centrada en el largo plazo, no solo en la prevención de violencia sino en fomentar relaciones de respeto entre personas. Poder identificar las primeras señales de una relación de poder es el elemento clave en la prevención de maltrato y acoso. Por eso para mí es un pilar prioritario que los adultos tengamos herramientas que acompañen a la infancia desde el buen trato y que además les podamos acompañar en identificar acciones que no lo son.
La visión del respeto mutuo como base en la relación, el equilibrio entre la amabilidad hacia el otro y la firmeza como muestra de respeto hacia uno mismo, también la mirada de la relación horizontal donde podemos tener diferentes responsabilidades, pero el mismo derecho a ser tratados con dignidad y respeto. Dar un lugar a la infancia desde el orden y la libertad en equilibrio y también poder gestionar los grupos de aula o de otros contextos de manera democrática, dando valor a la Comunidad y al sentimiento de pertenencia y cuidado del grupo.
El error es la manera que tenemos de aprender. En convivencia el error ha sido y sigue siendo sinónimo de castigo, dolor… algo que no ayuda en la creación de vínculos seguros ni tampoco genera asumir la responsabilidad personal. La reparación además es un elemento dentro del buen trato. En una relación horizontal cabe el dolor porque es posible dañar sin querer. Y por tanto, tiene que tener cabida la reparación del mismo como centro para potenciar el cuidado y la conexión con los demás. Ensenar, practicar la reparación es necesario. El camino no es obligar, forzar a decir mensajes.. reparar va mucho más allá y requiere de un proceso. Si damos oportunidades para imitar aprenderán, si creamos espacios para reparar los usarán…